En un acto simbólico, Río de Janeiro, sede de los Juegos Olímpicos de 2016, reencendió su pebetero para pasar el testigo a Tokio, que hoy inaugura la versión 2020.

Ante el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, y el cónsul general de Japón Ken Hashiba,  dos menores, alumnos de una villa olímpica municipal, encendieron el pebetero durante la ceremonia.

El pebetero olímpico de Río de Janeiro, parte de una obra de arte de 12 metros de altura, que imita al sol y cuyas enormes astas de acero inoxidable se mueven en diferentes direcciones de acuerdo con el viento estuvo apagado desde la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de 2016 y ahora estará encendido nuevamente hasta el final de la cita en Tokio.

Según la prensa especializada, las instalaciones olímpicas que fueron orgullo en el certamen del 2016 y que costaron más de 40 mil millones de reales (unos 8.000 millones de dólares al cambio actual) hoy están en el abandono, deterioradas y salpicadas por los escándalos de corrupción que dejaron los millonarios desvíos de recursos públicos descubiertos durante las obras.

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